viernes, 8 de mayo de 2009

LA HUELGA VIRTUAL

Los trabajadores de IBM convocan un nuevo tipo de huelga: la huelga virtual. Esta huelga consiste en que los trabajadores (que no cesan en su actividad laboral) renuncian a cobrar el salario que les corresponda y ceden ese dinero a un fondo, y la empresa ingresa el doble (o el triple) que los huelguistas. El montante global sería cogestionado por la representación de los trabajadores y la empresa, y orientado a asuntos de utilidad pública. Todo lo cual debe estar reglamentado convenientemente por ambas partes.
Ante esta definición, no resulta sencillo considerar la huelga virtual una huelga laboral, puesto que rompe con al menos una de las notas definitorias del tradicional concepto de huelga: un paro organizado de la producción llevado a efecto por un grupo de trabajadores con el fin de obligar al empresario a acceder a sus demandas salariales o de mejora de las condiciones laborales. En el caso de la huelga virtual no podemos hablar de una suspensión del trabajo, ni total, ni parcial, por parte de una colectividad más o menos numerosa, ya que precisamente se caracteriza por la continuidad de la actividad laboral y la renuncia al salario.
A pesar de ello la huelga virtual cumple la finalidad de cualquier huelga laboral: presionar al empresario provocándole un daño patrimonial .El daño patrimonial no lo produce tanto la aportación dineraria de la empresa al fondo como el deterioro de la imagen de la empresa por medio del entorno virtual de “second life” y su fuerte capacidad de difusión de información entre sus millones de usuarios.
En cualquier caso este nuevo enfoque de la huelga simboliza la adaptación espontanea del derecho al desarrollo de las culturas y sus nuevas tecnologías y constituye el primer paso en la alianza sindical global de los trabajadores.

Este tipo de huelga supone una solución a los problemas que la huelga tradicional viene provocando, sobre todo en el caso de empresas de servicios:
las empresas se ahorran salarios, gastos, y una parte de las subvenciones que reciben;
los ciudadanos acaban maldiciendo a los huelguistas y restándoles soporte solidario;
el daño que se hace a la contraparte es enjugado por las antedichas ventajas y deviene sólo un daño simbólico.
De esta manera las ventajas que ofrece este nuevo enfoque de la huelga son muchas:
la empresa recibe una presión superior, a la de la huelga tradicional.
la ciudadanía no es rehén de unas negociaciones en las que no participa, aunque se ve involucrada en ello
sindicatos y usuarios podrían, de este modo, establecer una relación de fecunda colaboración con esta forma de hacer las cosas que permite el entorno virtual en el que se transmite la información.

La huelga virtual podría ser, en ese sentido, una buena señal de un avanzado proyecto de autoreforma del sindicalismo confederal que, al tiempo de defender sus intereses, choca lo menos posible con el inmenso conjunto de la ciudadanía.

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